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martes, 14 de diciembre de 2021

Del Coral Sea al Coral 5G



Homero Luis Lajara Solá

Santo Domingo, RD

“Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana, la mansión más opulenta”.

-Homero -

Para mí, diciembre constituye  una efeméride  filial, en virtud de que este  22 se conmemora el   101 aniversario del  nacimiento  de mi padre,  el almirante Luis Homero Lajara Burgos, y el 24, se cumplen 27 años de su partida en la barca de Caronte. Por coincidencia, en estos días,  un amigo me pidió que aclarara la mención de la palabra “macana”, popularizada por él a mediados de los años setenta,  en los innumerables programas de radio y televisión de la época, donde era invitado, refiriéndose a la “macana de la ley y el orden”, versus la lenidad y falta de autoridad,  y no incitando a que se maltrate a nadie con ese instrumento en forma de  diminuto  bate de béisbol.

Algunas personas,  a pesar de que él siempre explicaba  esa acepción, siguieron difundiéndola de forma distorsionada, sin tomar en cuenta que se trataba de   un militar que en la dictadura   de Trujillo, fue un  jefe de la Marina de Guerra  y de  la Policía Nacional, que nunca   ordenó golpear ni  asesinar  a nadie. Y en su vida civil participó en política como creyente en la democracia, como única vía de alcanzar el poder, siendo un constitucionalista a carta cabal.

Ahora que   se cuestiona la conducta de ciertos componentes de los cuerpos armados- sostén de la integridad territorial, la paz y el orden-, saco a colación un capítulo de mi bitácora personal (1989),  cuando fui designado   oficial de enlace con el portaaviones norteamericano Coral Sea ( mar del Coral) , en una visita al país, que por    su gran calado -distancia vertical ente la línea de flotación y la línea base-, tuvo que fondearse ( tirar ancla)   en el antepuerto de Santo Domingo y sus tripulantes tenían que utilizar botes para llegar al puerto.

El comandante del portaaviones dispuso un pasadía de confraternidad con los marinos dominicanos, seleccionándose la terminal turística de Sans Soucí, por ser apropiada   para actividades con grupos numerosos de personas, como  esa  tripulación de  4000 hombres. Su oficial de logística hizo las coordinaciones de lugar con el suscrito para el segundo día de esa visita.

Desafortunadamente se presentó un mal tiempo que impidió el traslado en botes de los tripulantes designados  del portaaviones a la terminal turística, y la actividad, ya con todo en tierra, tuvo que ser suspendida. Como  zarpaban al otro día, me informaron que los 2000  cortes de carnes de hamburguesas con sus adicionales  (panes, quesos, refrescos, etc.), según los reglamentos de contabilidad de la Marina USA, después de que los alimentos y bebidas  salen de la contabilidad del buque, no pueden retornarlos al mismo.

Por esa situación me solicitaron buscar la manera más idónea y expedita de distribuir los mismos  y sugerí  donarlos a   instituciones de caridad reconocidas. La influencia de la  doctrina paterna de asumir las misiones  encomendadas con responsabilidad y eficiencia, utilizando la iniciativa racional, me indujo, raudo,  a iniciar  la entrega supervisada   a hogares de niños y asilos de ancianos. Al concluir,   distribuí las raciones restantes entre marineros  de la Armada a bordo de  los barcos surtos en el apostadero naval de Sans Soucí, incluyendo su club y comedor de la base naval. Por la gran cantidad de raciones distribuidas la noticia corrió como la fama.

Algunos   oficiales del entrono reprocharon  mi proceder, tildándome hasta de ingenuo, ya que, según ellos, ahí lo que aplicaba era traicionar la confianza depositada en mí y   “hacer negocios” con 2000 cortes de carnes importadas de hamburguesas, en una época en que estaban diseminados por toda la ciudad esos   puestos  de venta.  

Desde ese momento confirmé los constantes consejos de mi padre,   de que en mi carrera naval me iba a encontrar con dos faros, el de la luz   y el de la oscuridad, por ende,  debería aplicar la “deontología militar”, navegando el rumbo del honor con dignidad, el cual nunca he variado,  brindándome  la tranquilidad de disfrutar  con   mi familia   el honroso retiro militar, dedicándome a labores privadas productivas.

Siempre me cuidé de no ser influido por lo que “a la vista de todos”-finales de los ochenta-, se estaba gradualmente convirtiendo en la “cultura de la corrupción”,   método incorrecto de supervivencia de individuos que han  ingresado  a la milicia sin vocación, propagándose como plaga de langosta, incrementándose vertiginosamente  en los últimos años, no solo  en el proceder de militares indignos, sino en otros estamentos  del Estado y  la sociedad.

En estos  escándalos recientes , donde   se investigan uniformados de alto rango, a pesar del impacto mediático, todavía bajo la óptica de la presunción de inocencia y respeto a  la dignidad humana, hasta que un tribunal decida con la calidad de la cosa irrevocablemente juzgada, dejo para reflexión,  en el ocaso de un año que termina con duras pruebas en medio de una pandemia,  el segmento navegado desde  mi actuación correcta hace 32 años, como enlace del portaaviones Coral Sea, hasta el desempeño aparentemente criminal de militares y policías que se desviaron de la esencia digna del uniforme, conformando  “corporaciones del mal” , motivando con sus acciones operaciones diversas del Ministerio Público, como la denominada “Coral 5G”.

“Se delega autoridad, pero la responsabilidad siempre es del superior”. ¿Qué ha pasado? Quiénes  con autoridad, por comisión u omisión, se beneficiaron y no actuaron  en contra del conocido   “lado oscuro de la fuerza”, para evitar que ese cáncer hiciera metástasis, colocando un país en vilo, esperando la cirugía jurídica, que aunque hoy una minoría confundida la pueda ver con dolor, aliviará un cuerpo donde la mayoría de sus órganos están sanos.

Ahora lo  que procede, con carácter de inmediato, es  acelerar la expulsión, sin injusticias, del  lastre corruptor  que carcome  los cimientos de los cuerpos militares y policiales,  cuyos componentes , sobre todo los mandos, deben tener siempre el   indispensable perfil profesional y moral , en un país donde todos nos conocemos, fomentando  día a día  el   respeto y la confianza  que  deben generar ante la sociedad.

Feliz Navidad y un año 2022 pletórico de salud,  fe y  progreso decente.

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